

El trayecto tiene dos paradas obligatorias: la aduana argentina y la frontera brasileña. En el primero de los casos se resuelve sin más. En el segundo, de todos los que vamos a Brasil, nos bajamos sólo nosotros. Pasamos el control sin problemas y nos volvemos a poner en la parada que nos han dejado para esperar un nuevo autobús que nos lleve hasta el siguiente punto de cambio de bus. Nos dicen donde bajarnos y cruzamos la carretera, en seguida llega otro autobús y tras pagar 5,50 ars. llegamos a la entrada del parque.


La visita comienza en un autobús panorámico donde nos van explicando las peculiaridades y avisos del parque. Decidimos bajarnos en la última parada y desde allí comenzar la visita. Lo malo es que desde el momento de subir a ese autobús se pone a llover. Vamos parando en los diferentes puntos panorámicos y nos va “enganchando” muchísimo. Al decirnos mucha gente, que el lado brasileño es etapa simplemente de relleno, que nos la podemos saltar, no tenemos grandes expectativas. Poco a poco las vistas nos han ido absorbiendo cada vez más hasta llegar a la zona de la Garganta del Diablo, donde el espectáculo nos ha maravillado. Hay que venir porque las sensaciones, a pesar de que llovía un montón, son indescriptibles. Nos hemos calado entre el agua que salta de la cascada y la lluvia que está cayendo. Sin embargo, sigues ahí mirando y escuchando, absorto sin encontrar las ganas de darte la vuelta y ponerte a cubierto.

La siguiente y última etapa es el ascensor panorámico, que no siendo muy espectacular cuando llegas al balcón de arriba… ¡uf! no te cansas de mirar.
Decidimos que la vuelta sea por el mismo sitio y volvemos al otro ascensor. El regreso se hace muy ameno y lógicamente con mil paradas ahora que estamos con menos gente. Una vez llegados al final del camino volvemos al autobús y de aquí a la salida.

Llegados de nuevo a Puerto Iguazú nos despedimos de Xavi y de Encar hasta la hora de la cena. Nosotros nos vamos al punto de los Tres Hitos, un lugar desde donde se puede observar la frontera de Paraguay y la de Brasil. También se tiene la vista de los ríos Paraná e Iguazú. El lugar es otro punto turístico y aquí también tienes tiendas de artesanía y demás, el paseo hasta aquí merece la pena.

Desde aquí al hostel para el bañito en la pisci. La cena ha sido un rato estupendo, música en directo incluida. Hemos cenado en el restaurante “El Rebenque”, muy recomendable. La conversación ha sido muy agradable y distendía, pero el sueño empieza hacer acto de presencia. Nos despedimos de estos chichos en el hostel. y a la cama que mañana termina lo bueno.
ULTREIA!!!!